Fuente: Enciclopedia de la
Excelencia
¿Cómo desarrollar Líderes y
Culturas de Clase Mundial?
Tomo X
Alfred Nobel el
inventor de la dinamita y quien generosamente legó su fortuna como para atenuar
un poco su herencia destructiva, creó el premio Nobel para recompensar a los
mejores talentos tanto en los campos de la ciencia, economía, literatura y por
supuesto para quienes más hacen a favor de la paz a nivel mundial, acuñó una
frase celebre:
“El hombre
verdaderamente inteligente aprende más del fracaso que del éxito”
Años después una
persona menos notable acuño la frase:
“El hombre
verdaderamente inteligente aprende más del éxito que del fracaso”
¿Usted qué opina?
¿Con cuál de las dos anteriores afirmaciones siente que se identifica más?
Por supuesto el Sr.
Nobel puso una singular salvedad a su concepto “Verdaderamente inteligente” lo
cuál no es muy usual, a cuánta gente conoce que fracasa y fracasa infinidad de
veces y no aprende lo cuál no parece ser inteligente sino que además otro mal
la aqueja: la soberbia.
Si ha observado la
clásica escena que un automovilista se echa en reversa y golpea su coche con la
parte trasera en un poste, ¿Ha observado cual es su primera reacción? Voltea a
ver si alguien lo vio, y si es así de inmediato sonríe J, pues está convencido
que el único pendejo es él, de inmediato se apea de su automóvil conservando
una mueca de sonrisa observando el daño del auto y entre dientes comenta
“pinche poste” culpándolo desde luego, y en esta forma él se siente exculpado
pues todo el daño sufrido se debe al desgraciado poste, pregunto ¿habrá
aprendido algo éste personaje de su fracaso? Hay seres que acumulan sabiduría
pero la mayoría acumulan estupidez.
Me he encontrado
con personas que a pesar de repetir los fracasos siguen insistiendo en lo mismo
esperando un resultado diferente, lo cual no es otra cosa que terquedad, me
comentaba una señora en relación a su último divorcio “llevo 6 matrimonios y en
todos me he encontrado con los mismos problemas en diferentes pantalones”
La lección no
asimilada se vuelve a repetir, así hay seres que toda la vida van repitiendo
los mismos errores y además les sorprende tener idénticos resultados.
La tecnología de lo
obvio definida por primera vez en mi obra Excelencia Directiva para Lograr la
Productividad, la cuál fue seleccionada como base del certamen internacional
Luwding Von Misses fue el resultado de observar cómo había surgido del desastre
Japón a mediados del siglo pasado, sus condiciones económicas, sociales y
espirituales al finalizar la segunda guerra mundial eran devastadoras:
40% de las
principales ciudades en ruinas
2,000,000 de
muertos
20 dólares
americanos de ingreso percápita anual
Y un sin fin de
males que les aquejaban, se preguntaron qué podían hacer pues lo único que
poseían en abundancia era agua y japoneses para levantar a su nación, la
respuesta: Aprender.
Pero ¿aprender de
quién? Pues de los mejores del mundo, una persona baja de estatura alcanza a
ver poco por razones obvias, en contra una persona alta tiene una visión mayor,
¿que sucede si el enano se sube a los hombros del gigante?, la visión del
primero será aún más que la del propio gigante, así en esa forma identificaron
a los mejores del mundo para que fueran su punto de partida.
Si tomamos como
máxima calificación el 10, los japoneses eligieron a los que tenían la máxima
evaluación para convertirlos en sus ceros iniciales en diferentes
especialidades, y aún cuando muchos no se enteraron se convirtieron en sus
maestros de éxito, lo que les valió el calificativo de imitadores pues fue la
primera etapa de su aprendizaje.
Tecnología de lo
obvio
1.
Elegir al mejor
2.
Imitar al mejor
3.
Igualar al mejor
4.
Superar al mejor
En similitud si
usted es padre o madre ¿a quién elegiría para ser maestro de sus hijos? ¿a los
más fracasados o exitosos? Así dio inicio a lo que se llamo el milagro japonés.
Uno de los secretos
para tener éxito en la vida es engancharse a una estrella, pues quien ya ha
triunfado ha recorrido un camino que nos abrevia nuestro aprendizaje, si desea
aprender a cocinar elija al mejor chef que conozca y así en cada actividad que
usted elija, los japoneses se dispusieron a aprender de las estrellas mundiales
en su especialidad, fotografía de los alemanes, fabricar autos de los
norteamericanos, relojes de los suizos, motocicletas de los ingleses, en fin
donde se diera la excelencia estaban presentes para aprender, el Maestro Erza
Voguel autor del libro El Milagro Japonés anota: “Si algo explica el milagro
japonés es su humildad por aprender” actitud poco frecuente en muchos
habitantes del planeta tierra y en especial de los latinoamericanos a quienes
el éxito produce envidia y rencor social.
De cada 10
conferencias que he estado en esta zona 9 me comentan al final “Lo que dijo le
cayó como anillo al dedo ... de mí compadre” a lo cual replicó “¿y a usted no?”
y algunos todavía le agregarán muchas veces no con palabras sino con su actitud
“antes me creía perfecto ahora ya estoy convencido”, ante los auditorios
observo como golpean al vecino de butaca para señalarle “Escucha
pendejo, eso es para ti” y en algunas ocasiones he realizado el ejercicio de
que levanten la mano aquellos que en ese momento estén pensando “el que
debería estar aquí, es el pendejo de mi jefe” por supuesto solamente la
levantan aquellos que estén seguros que su jefe no está presente y si de
casualidad está, el subordinado le comenta “no es su caso jefe, el habla de
otros, usted esta bordado a mano, parido por las hadas”, etc, etc.
En América latina
admirar el éxito no es nuestra principal cualidad, normalmente produce dolores
de hígado y la más despreciable de las emociones: ENVIDIA.
La tecnología de lo obvio es en síntesis: “aprender
del éxito; requisito indispensable: “humildad”, representa el camino más corto
para triunfar.
Miguel Ángel Cornejo
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